Diagnosticada con fibromialgia, esta colombo-gallega ha convertido su vida en una fuente de inspiración a través de las redes sociales, donde comparte su día a día con humor, naturaleza y autenticidad

PINTO/26 JUNIO 2025.- En un mundo donde las enfermedades invisibles siguen siendo silenciadas, hay voces que, con coraje y alegría, logran hacerse escuchar. Una de esas voces es la de Doli Duque, una mujer colombo-gallega que, desde su casa en Pontevedra, ha creado un rincón de esperanza para quienes padecen fibromialgia y otras dolencias crónicas. Lo ha hecho a través de las redes sociales, especialmente en TikTok, donde bajo el nombre de usuario doli_duque comparte no solo su lucha diaria, sino también su capacidad inagotable para sonreír.

Doli llegó a España hace 21 años, procedente de Colombia, gracias a una ONG que le ofreció una oportunidad laboral en Galicia. Lo que parecía una casualidad, se convirtió en destino: “Me gané la lotería”, dice con humildad. En Galicia echó raíces, formó una familia y se enamoró del paisaje y de su gente, aunque reconoce que el camino no fue fácil. “Ser inmigrante no es un paseo, es una prueba constante”, afirma con la serenidad de quien ha superado muchas batallas.

Una de esas batallas tiene nombre: fibromialgia. Un diagnóstico que, lejos de hundirla, le ofreció alivio. “Lloré de alegría cuando supe lo que tenía, porque por fin podía ponerle nombre a mi dolor”, recuerda Doli. Desde ese momento, decidió visibilizar la enfermedad. No desde la queja, sino desde la resiliencia: “Mi fibromialgia no me define, pero sí me ha enseñado a vivir de otra manera”.

Sus redes sociales son un espejo de su vida real. En sus vídeos, Doli aparece cocinando, recogiendo plantas medicinales, hablando con los árboles o creando jabones y velas artesanales en plena naturaleza. Su contenido es tan diverso como ella misma: “No tengo un guión, mi cuenta es mi terapia. Hablo con la cámara como hablaría con una amiga”.

Durante la pandemia, Doli encontró en el entorno rural de los abuelos de su esposo, en pleno bosque gallego, un refugio y una escuela. Allí se reencontró con la naturaleza, aprendió sobre plantas curativas y desarrolló su marca artesanal, OPI, con la que elabora velas y jabones personalizados. No los vende como un negocio convencional: “Cada vela tiene una historia. Hablo con la persona, siento su energía, y creo algo especial para ella. No repito fórmulas”.

Lo que comenzó como una forma de sobrellevar el dolor, se ha convertido en una comunidad de apoyo. “Quiero que la gente levante la mano, que diga ‘yo también tengo esto’. Porque hablar ayuda. Y vivir, incluso con dolor, también es posible”.

Doli defiende que la fibromialgia afecta tanto a mujeres como a hombres, y que todos merecen ser escuchados. “No soy experta médica, pero sí soy experta en mi historia”, sentencia con una sonrisa que atraviesa la pantalla.

En un mundo digital saturado de filtros y apariencias, Doli Duque nos recuerda que la autenticidad y la vulnerabilidad también tienen cabida. Desde su bosque encantado, rodeada de jabalíes, helechos y amor, esta mujer valiente sigue construyendo, a golpe de honestidad, una comunidad donde lo invisible se vuelve visible. Y donde el dolor no se esconde, pero tampoco se impone.

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